martes, 21 de enero de 2014

Días.

Los días pasan, uno tras otro, y no nos damos cuenta de ello. 

Parece mentira que ya haya pasado un mes, y aquí sigues. Presente en mi recuerdo, siempre en mis noches. Porque es en la tranquilidad de la noche, cuando ya todo esta hecho, cuando has agotado tu lista de cosas para mantener la mente ocupada cuando te asalta la incertidumbre. Una oleada de por qués, una oleada de recuerdos. Aquí surgen las eternas cuestiones "y si le hubiera dicho esto..." , "y si no hubiese hecho aquello...". Pero de preguntas así está llena la historia "y si los carlistas hubiesen ganado la guerra...", "y si...". De nada sirve preocuparse por lo que hubiera pasado, podrían haber cambiado los hechos, sí, pero ¿y si ese cambio fuese peor que la realidad? Nunca lo sabremos. 

Dicen que el tiempo lo cura todo, pero no sé hasta que punto es cierto. Sólo sé que los días pasan, y nosotros nos arrastramos como becerros con ellos. Nuestra existencia es fugaz y efímera, cuando menos lo esperamos la vida da un giro de 180 grados. El sur se torna norte, el día en noche... Y aquí seguimos,  impasibles al cambio, lamentando lo perdido y sin disfrutar el presente. 

Miss Ignorance. 


lunes, 6 de enero de 2014

Ríos.

En el camino de la vida, podemos encontrarnos con un río que nos corta el camino. Pues bien, esto no es más que una prueba más que superar. Un pasito más para llegar a dónde nos merecemos. 

Ese lugar en el que nos espera todo aquello que siempre hemos soñado. Quizás sea un escenario en el estadio más grande del mundo con una multitud aclamando tu nombre. Quizás un teatro de Broadway. Quizás la ceremonia de unos premios de cine en la cual te van a galardonar. O quién sabe, una firma de tu último libro. Eso es algo que no sabremos hasta que lleguemos. 

Este río puede ser de muchas maneras. Unas veces será un riachuelo, que puedes cruzar con unos pocos pasos. Otras veces, será un río más grande, pero en calma. Entonces sólo necesitaremos hacer una cosa: nadar. Nadar hasta la otra orilla, sin miedo. Pero algunas veces, será un río bravo, con mucha corriente. La solución es la misma: nadar. Echarse al agua y nadar. Necesitaremos mucho más que unos buenos brazos para llegar al otro lado. Hará falta confianza en uno mismo, perseverancia y tenacidad. Porque nuestro peor enemigo, somos nosotros mismos.  Por eso, hay que luchar contra la corriente, y llegar al otro lado. Esa será tu mayor victoria y tu mayor logro, superar tus propios miedos internos. Mientras nades, pensarás que es mucho más fácil dejar de nadar, y que te lleve la corriente, pero entonces te perderás todo aquello que la vida te tenía preparado. 

Lucha, no te rindas, las aguas tarde o temprano se calmarán. Después de la tormenta siempre llega la calma. Y tras ese río bravo, quizás te espera tu propio remanso de paz, junto con el mayor tesoro que existe, todas las personas que te quieren, te han querido y siempre te querrán. 

Miss Ignorance.