domingo, 4 de diciembre de 2011

La resignación es un suicidio cotidiano.


Se acabó todo, absolutamente todo. Esta sensación es rara no es ni rabia, ni odio y tampoco desesperación. Todo eso ya pasó, ahora mi estado de ánimo es una espesa melancolía que de cerca quema y de lejos brilla. Ya lo perdí todo, todo lo que valía la pena ya se fue y no sé si alegrarme o martirizarme día tras día con esto. Las tardes de esperanza en algo imposible fueron inútiles y masoquistas. Ahora mi vida es monotonía. Se acabaron los días llorando sin consuelo, se acabaron las mañanas enteras pensando en eso que le daba sentido a todo, se acabó el aliento de mi vida, se acabó soñar con sueños perdidos. Ahora no se que siento, es normalidad, pero una normalidad que incomoda. Resignación sería una buena palabra con la que podría calificar este estado, a veces la resignación duele más que la lucha, pero es lo mejor para no crear más daño del que ya está acumulado.Todo se va como hojas de otoño.
MissNothing.


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