La vida
al igual que un tablero de ajedrez es injusta.
Da
igual que tu seas el rey o la reina de la partida y yo sea el peón. El rey es
la típica persona que todos aman y protegen, pero en realidad a la hora de la
verdad no sabe valerse por sí mismo. En cambio el peón lucha por ese rey al que
adora y también lucha por sobrevivir el mismo. Los galardones se los lleva el
rey…vale y ¿que más da? No te van a servir de nada, te vas a morir y todo habrá
terminado. Las únicas medallas del peón son las heridas y los golpes que se da
por defender lo que quiere y admira. Cuando este muera tendrá sus medallas con
él y permanecerán en las cabezas de esas fichas de ajedrez a las que protegía.
¿De qué te sirve ser el rey si tarde o temprano acabarás en el mismo cajón que el
peón que te protegía? De nada, lo único que os diferencia es el grado de
valentía y humildad. Al ganar batallas el rey es el más aclamado por los
típicos bufones lameculos que van detrás de él para conseguir alguna recompensa
que en la vida recibirán, y los que realmente han luchado por esa victoria
siguen en sus casas acompañados con los recuerdos y heridas del campo de
batalla. Reyes y reinas de este tablero de ajedrez dais pena y os lo dice la
primera ficha voluntaria en dar la vida por
cualquier persona a la que quiera. Recordar que vuestros bufones
lameculos no son nadie al igual que vosotros, que solo os tenéis a vosotros
pero que a la hora de la verdad os faltan piernas para echar a correr.
Escoged
que ficha queréis ser pero pensando que acabaréis como todas las fichas del
tablero, lo único en que se os diferencia es el número de gente que te ríe
todas las gracias sin sentido que haces. Y eso no es preocuparse por tu
existencia eso es hacer el idiota.
MissNothing.
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