miércoles, 21 de septiembre de 2011

Ser pétreo II.


No estoy orgulloso de lo que he hecho esta noche. Pero no soy yo, no soy Aiden de la Vega, soy un ser distinto, algo en lo que no quería convertirme. Esa chica no tenía la culpa de nada, no tenía la culpa de lo que me pasa, pero sin embargo ella ha pagado por algo que no ha comprado, que no ha elegido. Esa chica tendría familia, amigos, una vida, y yo la he destrozado. Al igual que han destrozado la mía, no olvidaré lo poco que recuerdo de la noche en la que aquellas mujeres me “transformaron”, me convirtieron en el monstruo que soy. Yo estaba veraneando en el pueblo de mis abuelos, un pequeño pueblo de Asturias, con un acantilado a las afueras al que se llegaba a través de un pequeño sendero. Yo había ido al acantilado para hacer fotos del atardecer, pero se me echó la noche encima porque nunca había visto una luna así. Cuando me disponía a marchar, unas figuras surgieron de entre la penumbra del sendero, parecían tres mujeres, esbeltas, y con largas melenas, una de ellas la llevaba ondulada, la del medio muy rizada, con un rizo muy seductor, y la de la derecha del todo lisa.  Venían hacia mí, pensaba que se habían perdido, aunque corsés muy ceñidos y unas faldas hasta los tobillos no son la mejor forma de andar por un sendero. Sucedió muy rápido, una de ellas se abalanzó sobre mi cuello, fue mi rápido solo recuerdo unas escasas palabras de aquella noche “Ven con nosotras, y te haremos más feliz que al propio Dios en su paraíso. Sobrevivirás a la enfermedad, y a la muerte, no podrán tocarte, serás…inmortal”. Eso es todo lo que recuerdo de aquella fatídica noche, no sé cómo llega a casa, ni porque llevaba la camisa manchada de sangre, ni cómo aquella marca había llegado a mi cuello. Desde aquella noche un montón de pensamientos se han repetido constantemente en mi cabeza “¿Por qué no viene alguien a salvarme, y hacer que todo esto termine?”, “Lo siento dentro de mí, justo debajo de mi piel, me siento como un monstruo”, “Odio en lo que me he convertido, pero la pesadilla no ha terminado, sólo acaba de empezar”. Pero lo peor era que la saciedad solo me duraba unos días, y no podía estar con esa chica a la que tanto amaba, un día, se hartó de siempre tener que dejarlo todo para verme cada dos días, y poco tiempo, porque su olor era muy apetecible para mí y se lo confesé todo.
-   Mi cara oculta, la que nunca te he enseñado. Intento mantenerla encerrada, pero no puedo controlarla. Te quiero demasiado para pedirte que te quedes conmigo, por favor, mantente lejos, la bestia es muy fea.

-   No te entiendo, Aiden. ¿A qué te refieres?

-   Está oculto en mi cuerpo, en mi cabeza. Se ha llevado mi alma, y ha invadido mi cuerpo. Te aseguro que si lo supieras, no estarías aquí, tendrías miedo.
Justo después de contárselo, salí de su casa, vagabundeaba por las calles, hasta que encontré a la chica, pobre chica, estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Mi garganta ardía de sed, necesitaba calmarla. Lo sentía mucho por ella, pero mi monstruo interior no me dejaba opción. El monstruo estaba acabando conmigo, me había quitado lo que más amaba, jamás un ente nocturno podría sentir lo que yo la amaba, y estoy seguro de que nadie entendería por qué la mantenía con vida. Ellos no saben lo que es el amor, no sabe que es la razón de ser de los humanos, yo ya no lo era, pero lo ansiaba, y aún recordaba lo que se sentía, algo mágico pero dulce, no tenebroso como este mundo cruel al que he entrado.

FIN

MissIgnorance

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