Caminando
por esta oscura calle, con la única luz de alguna que otra farola
dispersa, con ese olor a lluvia que queda tras varias horas
diluviando, y una luna llena que se vislumbra entre las nubes, y unos
pasos lejanos que cada vez se acercan más empiezo a preocuparme. Me
giro disimuladamente para ver si alguien se acerca, no me equivoco,
es alto, pelo corto, pero no puedo ver nada más por la escasa
iluminación. Empiezo a aligerar el paso. Vuelvo la esquina más
cercana, y pego mi espalda a la pared. Tomo aire y lo suelto
apresuradamente. Asomo la cabeza un poco por la esquina...sigue
caminando, está pasando justo por debajo de una farola, ahora puedo
verle mejor. Lleva unas vaqueros ajustado, y una chaqueta de cuero,
la piel tostada, sino estuviera totalmente apoderada por el pánico,
y lo que pudiera pasar, me lo ligaría. Vuelvo a mi sitio, tomo aire
y sigo caminando. Este laberinto de calles no termina nunca, y el
tipo misterioso sigue detrás mío. Tras varios minutos llego a casa,
pero no encuentro las malditas llaves, no podría ser en otro
momento, no, tiene que ser justamente hoy, hoy que me he levantado
paranoica, hoy que me persigue un tío, tras unos segundos de
búsqueda desesperada las encuentro, solo necesito encajarlas en la
cerradura, otro dilema. Giro la cabeza, cada vez está más cerca,
está a escasos metros de mí. Por fin consigo abrir la puerta, entro
apresurada, y me giro para cerrar pero algo se interpone entre el
marco de la puerta y la propia puerta, la empujo con todas mis
fuerzas mientras pienso en que no hay nadie en casa, estoy sola, mis
padres habían salido de viaje e iban a estar varios días fuera,
genial, no puedo ser más oportuna. Tras un forcejeo con el chico de
la puerta, mis fuerzas me fallaron y caí hacia atrás empujada por
la puerta. Fui arrastrándome por el suelo de espaldas mientras
aquella figura que me había perseguido cerraba la puerta tras de sí
y se acercaba a mí. Se iba acercando a mí, yo cada vez tenía más
miedo, notaba como gotas de sudor frío corrían por mi frente,
estaba empezando a temblar, aquella figura se estaba acercando a mí,
cada vez más. Ahora su cara estaba a pocos centímetros de la mía,
podía ver sus facciones perfiladas, perfectas, y unos ojos color
carmesí muy brillantes, y dijo “Todo para intentar dotar de vida a
ester ser pétreo en el que me he convertido...”. Y se avalanzó
sobre mi cuello, notaba un calor que me comía por dentro, me
quemaba, me estaba matando del dolor... y ya no había nada, nada,
solo mi cuerpo inerte que yacía sobre el mármol del recibidor...
MissIgnorance
que maravilla dar con esta calidad en la escritura. geniiial esta entrada. un abrazo de LADY OH LA LÁ
ResponderEliminar